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Una 'senyera' en la calle Cartas

Cieza.es | 3 de junio de 2020 a las 14:06

Llegaron un día a Hospitalet y decidieron que ésta era su nueva tierra y que iban a contribuir a sacarla adelante, y que además estarían unidos bajo una misma bandera, la española, aunque respetando los símbolos catalanes. Y que querrían a su región de acogida y que estarían orgullosos de formar parte de ella. Como muestra de gratitud a Cataluña, este matrimonio ciezano engalana cada 11 de septiembre el balcón de su casa con la enseña de las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo.

Decir que Manuel Bernal (Cieza, 1951) presume de 45 años de su vida ligados a Cataluña, desde su llegada a Hospitalet de Llobregat con dieciséis años, ya revela su amor hacia la que fue su comunidad de acogida. Ahora vive feliz junto a su mujer Carmen Agudo (Sevilla, 1955) en su tierra natal, concretamente en la calle Cartas. Su regreso a Cieza le ha sentado de maravilla -"yo, que siempre he sido una persona delgada, he engordado seis kilos en los cuatros años que llevo aquí"- y ha vuelto a disfrutar de las cosas de su pueblo.

Eso sí, reconoce que fue su esposa quien decidió fijar la residencia definitiva en Cieza. "Me hubiera gustado estar unos años más, pero Carmen quería venirse. La única condición que me puso era buscar una casita en el casco antiguo, cerca de la carrera oficial de la Semana Santa porque le encantan las procesiones de aquí. El pueblo es un lugar tranquilo, nada que ver con Hospitalet donde nuestro barrio de toda la vida se ha vuelto muy conflictivo. A lo mejor tenemos menos cosas y menos renta que en Cataluña, pero yo creo que tenemos más calidad de vida", apostilla.

Ciezano de nacimiento, hospitalense por adopción y español por encima de todo, Bernal devana la madeja de los recuerdos y habla de su infancia, del niño que quería estudiar y no pudo. "Mi padre me sacó del colegio Santo Cristo a los 6 años para trabajar de 'menaor'. Después, estuve en el campo y acabé en la fábrica de hilados de Juan González". Evoca la gran oportunidad que le supuso tener a un cuñado viviendo en esta ciudad de la comarca del Barcelonés. Tras extenuantes jornadas laborales, veía por fin cumplido su sueño de emigrar en busca de una vida mejor.

En aquel momento, este escayolista jubilado por enfermedad a la edad de 46 años no podía imaginar que terminaría sintiéndose como en casa y, mucho menos, que encontraría a la mujer de su vida, una joven sevillana con la que contraería matrimonio seis meses después de conocerla. "Hospitalet es una ciudad muy acogedora y, entonces, había mucha familiaridad entre los emigrantes murcianos, andaluces y extremeños. A Carmen la conocí el día de Reyes de 1977 y, seis meses después, me casé. Ella llevaba desde los 7 años de edad viviendo con sus padres y trabajaba en la cocina de la factoría alemana de Siemens en Cornellá".

A Manuel le atraía el temperamento emprendedor del catalán y superando difíciles situaciones personales, logró coger un camino. Desde luego, con un tremendo esfuerzo. "A pesar de todo, no me fue mal. Tuve la oportunidad de aprender el oficio de yesero y me hice escayolista. Una vez establecido, me traje a mis padres". Mejor o peor, todos los murcianos de su generación que se marcharon con incertidumbre por no saber lo que les depararía el futuro, consiguieron abrirse camino. Confiesa que llegó a entender el catalán, pero no lo hablaba, porque normalmente lo hacía en castellano, lengua cooficial del territorio.

"Me costó adaptarme, me sentía perdido porque era un mundo nuevo y no estaba acostumbrado", rememora con cierta nostalgia y tiene palabras de recuerdo hacia los miles de murcianos que fueron a principios de siglo a terminar un ramal del Metro de Barcelona cuya obra estaba parada debido a una huelga. "De ahí proviene que a los murcianos nos llamaran 'toca ferro'. Y es que en Cataluña, cuando se habla de murcianos, suele decirse 'toca ferro' (toca hierro). Es algo que nunca entenderé. Éramos y somos gente honrada y muy trabajadora. A pesar de ello, a mi me trataron muy bien".

Conocedores de la realidad sociopolítica catalana desde hace casi medio siglo, y ante un futuro difícil de predecir por la apuesta rupturista del independentismo, este matrimonio ciezano es optimista: "Siempre hemos oído lo de la independencia desde que llegamos a Barcelona en tiempos de la dictadura, pero lo de ahora es por intereses de sus políticos. No creo que vaya a más". No dudan ambos en decantarse por la 'senyera', la bandera oficial de Cataluña, a la 'estelada', la enseña independentista. "Es mucho más bonita y es la de todos los catalanes.

Y ahora, como cada 11 de septiembre, Día Nacional de Cataluña, y desde que regresaron a Cieza hace cuatro años, Manuel y Carmen tienen la costumbre de engalanar el balcón de su casa en la calle Cartas con la 'senyera' como muestra de gratitud a Cataluña por "la oportunidad que nos dieron para tener una vida nueva y mejor, algo que no pudimos tener en nuestras regiones de origen. Nunca hemos renegado de Barcelona. Todo lo contario. Por ello, no nos ha gustado que hablen mal de Cataluña, una tierra que nos resolvió la vida".