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Pascualín Jaguar: "En los escenarios siempre he procurado dejar un trocito de mí"

Cieza.es | 3 de junio de 2020 a las 14:05

La pasión por la música prendió en él a la edad de quince años cuando se compró una guitarra con las 1.100 pesetas ganadas en el campo. Alimentó sus primeros acordes de libertad y esperanza, ese paraíso del que nadie puede expulsarte. Con el tiempo, este incombustible músico descubrió que su talón de Aquiles era rasgar las seis cuerdas.

Componente de una banda señera como los Jaguar, Pascual Martínez Santos (Cieza, 1952), popularmente conocido como Pascualín Jaguar, contribuyó activamente a abrir la escena del pop murciano a principios de los años setenta. Una sólida escuela en la que forjó su carácter como guitarrista y cantante que empezó a desarrollar en la mítica banda ciezana, una formación a medio camino entre el pop y el rock que logró algunos éxitos notables, como 'Zapatos', 'Extraño amanecer', 'Águeda', 'Tira la colilla' y 'Una flor sobre tu piel'.

Allí dio vida a ese estilo inconfundible, su forma de tocar la guitarra y de cantar. No tiene inconveniente en admitir que comenzó en el mundo de la música por intuición, pero con mucho esfuerzo y mucha solidez. El entrevistado recuerda: "Yo aprendí desde muy abajo con mi guitarra de palo. Una vez en el grupo, hacíamos más música de baile que conciertos. Si tuviera que elegir los mejores momentos, sin duda, elegiría los vividos en los ensayos. Eso era lo que más me llenaba, la parte creativa de la música".

Jawar's (ése fue el primer nombre, aunque hubo que añadirle Pop, porque el primero a secas no era estiloso), llegó en el momento justo, en el sitio justo, con la propuesta justa. "Y ahí aparecimos nosotros, gente nueva y muy joven dispuestos a hacer lo que más nos gustaba", explica Martínez, que se incorporó unos años después del acta fundacional, pero no impide que fuera miembro de hecho y de derecho. "Iba a ser solo por un año, debido a que mi compañero Francisco López Herrera fue llamado a filas; tenía que hacer la mili", explica.

Muy lejos queda aquel 29 de julio de 1966 cuando este grupo debutaba en un baile en honor a Santa Marta, patrona de los hosteleros, un concierto memorable que quedó para los anales. Manolo Ato, primer arreglista de la prometedora banda, fue el que organizó la primera formación del mítico conjunto vocal. Les bastó un buen puñado de buenas canciones para ganarse el favor del público, construyendo un mundo propio, muy personal, totalmente intransferible dentro de la música pop de la Región de Murcia.

Enseguida cuenta que sus padres vivían en la calle Cubico. Allí comenzó a cantar a muy temprana edad para asombro de su familia. Su curiosidad musical fue constante y su formación era siempre fruto de su inquietud, de su afán por seguir aprendiendo de la vida y de los demás día a día. "Aprendí a tocar la guitarra con los acordes del 'Martinico dame pan'. Me la compré con las 1.100 pesetas que gané ese verano en el campo cogiendo fruta. Estaba un día sentado en el poyo de mi puerta cuando pasó el baterista del grupo ciezano Crow y me dijo si quería tocar con ellos".

En 1972, el rock estaba en vía muerta. Nadie se imaginaba la llegada del punk y la nueva ola. Elvis apuraba su ocaso, Janis y Jimi ya no estaban. Así las cosas, ellos tuvieron la claridad y determinación precisas para consolidar este grupo musical en un momento único e irrepetible. Lo que comenzó con unos ensayos en una casa de la manzana del Teatro Galindo se convirtió en una realidad. "Cuando regresó Paco de la mili el grupo pasó a llamarse Jaguar a secas. Fue una de las experiencias musicales más gratificantes y agradables. Aquellos compañeros marcaron el camino".

De su colega Paco Jaguar dice que era el corazón de la banda. Sus latidos servían de base para que la maquinaria funcionase. Martínez siempre asegura de él que era el pilar sobre el que los Jaguar se movían. Fue responsable de los momentos más álgidos de la banda. "Siempre ha sido un músico muy inquieto. Gracias a su empeño, por no decir cabezonería, hicimos cosas muy buenas. Él era una máquina de hacer música. En aquella etapa componíamos las canciones en grupo". Muchos de esos temas derrochaban lirismo y tenían un mensaje detrás, llámese baladas o románticas, que marcaron su estilo.

A la pregunta de si en alguna de esas melodías tuvieron la sensación de componer un tema redondo, Martínez no titubea en la respuesta: "'Águeda'. No lo digo porque esa balada sea la más emblemática del grupo, pero de todas las que compusimos es la que mejor encajó entre nuestro público. Estamos muy contentos con ella, porque muchas parejas se enamoraron y se casaron. Me consta que en Cieza hay tres o cuatro personas con ese nombre fruto de esos matrimonios". Locos por componer sus propias canciones, los Jaguar habían encontrado en ellas el vehículo ideal para con el que granjearse la popularidad.

Con un cancionero tan abultado como el de ellos, no parecía fácil hacer una selección para un concierto de un par de horas. Siempre tenían la sensación de dejarse algo fuera, pero era imposible contentar a todo el mundo. Solían tocar canciones muy populares y algo que también les interesaba era hacer versiones de The Beatles. "La verdad es que he podido disfrutar mucho. En los escenarios siempre he procurado dejar un trocito de mí. Cuando piso un escenario intento hacerlo lo mejor posible". De lo que se dio cuenta es de que, con la edad, sentía cierta responsabilidad con lo que hacía.

Ahora, con la ventaja de poder mirar hacia atrás, y con la ayuda de esta entrevista, el incombustible guitarrista se da cuenta de por qué los Jaguar resultaban tan diferentes e impactaban tanto en la gente. "En la Región de Murcia tuvimos mucho impacto y recorrimos todos los pueblos. Otros grupos también vivieron experiencias semejantes como los cartageneros Yunior's, pero si no hay un proyecto musical detrás, una coherencia a la hora de desarrollar tus posibilidades, se queda todo en el camino. Nosotros teníamos la ilusión de llegar lejos, de asomar en radio y televisión, pero era difícil".

Con respecto a la participación del grupo en el Festival de la Canción de Benidorm en 1982, "aquello fue un acontecimiento que nosotros supimos aprovechar, pero nos faltó estar con la cabeza más volada. Si lo hubiéramos estado, seguramente la cosa hubiera sido otra. Sin embargo, todos estábamos casados y había que irse a Madrid para triunfar. Lo más probable es que hubiésemos firmado un contrato leonino con alguna discográfica". No le molesta que muchos digan que perdieron una gran oportunidad.

La calidad de muchas de las canciones de los Jaguar exige que se reconozca su valor cultural, creativo y artístico. Y es que hay un buen puñado de temas de un nivel altísimo tanto en la letra como en la melodía. Y uno de los ¿trucos' para que funcionen en nuestros días es el ritmo. Porque las melodías de esos clásicos tienen la capacidad de engarzar con los ritmos de ahora, que son también a su vez un enganche con los nuevos tiempos y los nuevos públicos. Prueba de ello fue el disco 'Zapatos' publicado por Salida 80, una forma de darles una nueva vida.

Para el quinteto liderado por Paco Bosch los Jaguar son intemporales. No suele ser corriente que su música, a pesar de su incontestable calidad, llegue a oídos jóvenes. De ahí el interés que encerraba este tributo musical que rendía homenaje a un grupo, a un estilo de música y a una época, con ocho canciones que permanecen en la memoria colectiva de muchos ciezanos. En la presentación del trabajo se le vio disfrutar y paladear con placer cada letra que entonó ante una audiencia repleta de caras muy conocidas. En el disco está su voz y las colaboraciones de sus hijos Pascual (bajo) y Pepe (teclados).

Aún recuerda con nostalgia su paso por La Cuadrilla Latina, una formación musical recomendada por los legendarios Celia Cruz y Tito Puente. "No exagero que digo que pasé dos años maravillosos con el músico murciano Ramón Climent. No estuve más tiempo porque no me cuadraban las cuentas". Hasta entonces había grabado dos discos con su banda, hecho colaboraciones, pero no le daba suficiente para vivir. Sus dedos continúan rasgando la guitarra eléctrica porque no sabría hacer otra cosa. Magia en las cuerdas.