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Cieza.es | 3 de junio de 2020 a las 13:53
No se considera una persona especial ni cree que su labor resulte extraordinaria, pero esta mujer se ha convertido en la esperanza para muchas familias ciezanas en situación de vulnerabilidad. Hace nueve años que puso en marcha un ropero solidario que superó con creces todas sus expectativas, y además logró que el desafío pareciera un trabajo fácil.
Joaquina Pérez Egea habla con calma, en tono reflexivo y voz baja, pero no demasiado baja. Te cautiva. No quieres perderte una sola palabra. Su visión de la vida también seduce y te incita a ver las cosas de otra manera. La crudeza de las circunstancias económicas contribuye a que decenas de personas llamen a sus puertas para llevarse ropa de temporada en buen estado. Su gesto altruista y solidario es apenas un pequeño paraguas abierto en medio de un aguacero de estrecheces.
El pasado 14 de junio, y como todos los miércoles, no fue un día cualquiera en la calle Pérez Cervera. Antes de las nueve de la mañana a las puertas de un garaje, varias decenas de personas hacían cola para coger alguno de los veinte números que les permiten llevarse ropa de forma gratuita. El objetivo es entrar de los primeros para escoger lo que se precisa, casi siempre ropa de temporada e incluso zapatos, haciendo que tenga una 'segunda vida' y sea útil a quienes atraviesan dificultades económicas.
"Esto lo hago desde hace muchos años, pero no tiene ningún mérito. Lo que me gustaría es que cundiera el ejemplo porque hace mucha falta", asegura Joaquina que dedica parte de su tiempo a recoger, clasificar, lavar, planchar y colocar en expositores ropa usada con el fin de donarla. Por tanto, motivos no le faltan para animar a los ciezanos a dar un paso al frente por la solidaridad en un escenario de dificultad y crisis tan prolongada que considera el "mejor momento" para asumir entre todos el reto de ser generosos.
"Son personas que tienen muy pocos recursos económicos, a las que, además, se les han cerrado las ayudas, y no pueden asumir el gasto en ropa, aunque sea muy barata". No hay otra opción para aquellas familias que peor lo están pasando y que acuden cada periódicamente a buscar algo que ponerse. Desde hace unos pocos años, el perfil de estas personas ha cambiado. Ya no son únicamente familias inmigrantes, mayoritariamente marroquíes que se encuentran en paro. "Hay vecinos de toda la vida que vienen por la noche porque les da vergüenza", confiesa.
Habla con dulzura y amabilidad sobre una labor solidaria que, a su juicio, "no tiene ningún mérito". Está en el mejor momento de su vida y casi resulta triste, "porque en el mundo hay muchísimas necesidades, sin ir más lejos en nuestro querido pueblo". Una labor muy hermosa que a la vez puede ser muy gratificante. "Mi mayor satisfacción es hacer el bien por los demás. Es algo que me inculcó de pequeña mi madre y lo haré mientras pueda". Y es precisamente el afecto de la gente lo que recibe cada vez que sube la persiana de su garaje.
Habitual del Centro Municipal de Mayores 'Las Morericas', donde colabora desde hace años como voluntaria, esta jubilada septuagenaria es una auténtica especialista en remangarse si es por una buena causa. "La única utilidad que veo a la jubilación es poder ayudar a otros". Pero esta mujer, que es la discreción personalizada, prefiere no darle demasiada importancia a lo que hace. Para ella es maravilloso ser voluntaria, "te cambia la vida. Te devuelve las ganas de hacer cosas por los demás. Antes las tenía, pero ahora más".
Y por si lo anterior fuera poco, también saca tiempo para echar una mano en la Asociación de Discapacitados Físicos Tocaos del Ala-Ángel Soler, "donde me he quedado con una serie de emociones que no voy a olvidar". El secreto está en tener tiempo para quien lo necesita y ahora acude a diario a dar de comer en Cáritas Cieza. No es extraño que la Asociación Murciana de Voluntarios Informáticos Mayores (Amuvim) le concediera en 2015 un galardón honorífico por su labor social. En la actualidad este colectivo colabora con ella dentro del proyecto 'Juntos hacemos más'.
La población más vulnerable, que constata impotente día a día lo difícil que es salir adelante, capea como puede las estrecheces económicas. Y este ropero le sirve para salir adelante. Con una condición: las personas que pasan en turnos de dos solo disponen de diez minutos para escoger lo que necesiten. Una forma de aprovechar las prendas usadas es su reutilización para su posterior donación para que sean utilizadas por personas menos favorecidas. Son prendas de hombre, mujer y de niño, aunque las que más escasean son las de bebé.
"Con las donaciones que recibimos, y lo que yo puedo recoger, hacemos lo que podemos, todo lo que podemos", agrega Joaquina Pérez Egea, que no duda en confesar que su mayor apoyo lo encuentra en su marido. En estas semanas que coinciden con la campaña de recolección de fruta se han incorporado al ropero algunos temporeros. Se trata de inmigrantes que no tienen lo imprescindible para vivir, para cubrir sus necesidades mínimas. "Aquí tengo varios colchones para que puedan dormir más cómodamente en los lugares que ellos frecuentan habitualmente".
Hay que reivindicar ese espíritu de compromiso social en el ejemplo particular de esta vecina de Cieza y animar a la población a involucrarse con los más desfavorecidos. Aunque nadie lo vea, aunque nadie lo agradezca, ese granito de arena que entrega a alguien que lo necesita es una montaña. Son tiempos para hablar de altruismo. Quizá sea precisamente esta época la más adecuada para recordar que la generosidad es, entre otras cosas, lo que hace avanzar hacia un lugar mejor.